Todo lo que necesitas saber de la lactosa en la leche materna

La leche materna brinda todo lo necesario para el correcto desarrollo físico y neurológico del bebé en su primera etapa de vida.

Publicado el: 25 junio 2025

La leche materna nos ha acompañado desde nuestros orígenes, proporcionándonos una combinación perfecta de nutrientes y defensas naturales. Representa una ventaja evolutiva clave, ya que es el alimento más adecuado para el desarrollo de los recién nacidos y de los bebés en sus primeros meses de vida. 

Este alimento, considerado el más beneficioso en esta primera etapa de vida, brinda todo lo necesario para el correcto desarrollo físico y neurológico del bebé. Su composición le proporciona la energía necesaria para su crecimiento, le protege frente a infecciones y contribuye a desarrollar su sistema inmunológico, digestivo y neurológico. 

 

Lactosa en la leche materna

 

La lactosa es un tipo de azúcar que está en la leche de todos los mamíferos. Es un disacárido, lo que significa que está compuesto por dos moléculas de azúcar simples: glucosa y galactosa.  

Cuando un bebé consume leche materna, la lactosa viaja a través del tracto digestivo hasta llegar al intestino delgado, donde es descompuesta por una enzima llamada lactasa. Esta enzima descompone la lactosa en sus componentes más simples (glucosa y galactosa), los cuales el cuerpo puede utilizar de manera eficiente para obtener energía y apoyar diversos procesos biológicos esenciales. 

Además, algunos estudios recientes sugieren que la lactosa podría tener un papel importante en la absorción de minerales como el calcio, que es vital para el desarrollo óseo y el funcionamiento del sistema inmunológico. 

 

Leche materna: el mejor alimento para tu bebé

 

La leche materna es el mejor alimento para los bebés debido a que contiene todos los nutrientes vitales necesarios en la cantidad correcta y con la calidad que se necesita. Su composición proporciona energía para el crecimiento, apoya el desarrollo cerebral y el de la vista, ayuda a madurar el sistema digestivo y a desarrollar un sistema inmunológico más fuerte. 

La lactosa está presente en la leche materna; de hecho, es su hidrato de carbono más importante, ya que representa aproximadamente el 90% del total de los carbohidratos presentes. La lactosa en la leche materna no solo sirve como fuente de energía, sino que también está diseñada para satisfacer las necesidades nutricionales de un bebé en sus primeros meses de vida. 

La cantidad de lactosa en la leche materna es incluso mayor que en la leche de vaca, lo que la hace más dulce y, por lo tanto, más atractiva para los recién nacidos. Este alto contenido de lactosa representa alrededor del 40% de las calorías totales que un bebé obtiene de la leche materna, lo que resalta su importancia en el crecimiento y desarrollo de los lactantes. 

Además de contener macronutrientes como la lactosa, la leche materna también contiene cantidades significativas de ingredientes funcionales beneficiosos para la salud, como anticuerpos, hormonas, vitaminas, minerales, proteínas, grasas, carbohidratos, enzimas digestivas y bacterias buenas. 

 

Bebés intolerantes a la leche materna, ¿es posible?

 

Por lo general, los bebés nacidos a término, los que nacen entre la semana 37 y 42 de gestación, no suelen presentar problemas para digerir la lactosa presente en la leche materna. De hecho, la leche materna está específicamente diseñada para ser fácilmente digerida por los recién nacidos, gracias a la presencia de la enzima lactasa, que permite la descomposición de la lactosa.  

Sin embargo, hay situaciones excepcionales en las que los bebés pueden mostrar intolerancia a la lactosa. En particular, los bebés prematuros pueden tener un sistema digestivo inmaduro, lo que les dificulta la producción de suficiente lactasa para descomponer la lactosa de manera eficiente. Estos bebés pueden experimentar síntomas como malestar, diarrea o gases. A pesar de esto, la intolerancia a la lactosa en los bebés prematuros suele ser temporal y mejora a medida que su sistema digestivo madura. 

Es importante recordar que, si se sospecha de una intolerancia a la lactosa en un bebé, lo mejor es consultar con un pediatra para obtener un diagnóstico adecuado y determinar la mejor estrategia para manejar la situación. 

 

Mi bebé es intolerante, ¿puedo darle el pecho?

 

La intolerancia primaria a la lactosa se produce debido a la disminución de la producción de lactasa con la edad, lo que afecta la capacidad del cuerpo para digerir la lactosa. Sin embargo, esta intolerancia rara vez afecta a los lactantes menores de tres años, ya que su sistema digestivo todavía produce suficiente lactasa para descomponer la lactosa en la leche materna. Por tanto, la mayoría de los bebés con intolerancia primaria no necesitan suspender la lactancia materna. 

En casos más raros, un bebé podría experimentar intolerancia secundaria a la lactosa debido a una enfermedad, como una infección gastrointestinal o la toma de antibióticos. Estos factores pueden afectar temporalmente la producción de lactasa en el intestino, pero una vez que el bebé se recupere de la enfermedad o el tratamiento, la intolerancia desaparece. En estos casos, la leche materna sigue siendo la mejor opción, ya que, además de proporcionar lactosa, contiene bacterias beneficiosas que ayudan a restaurar la flora intestinal y apoyar la recuperación del bebé. 

Es importante destacar que, aunque algunos bebés pueden experimentar síntomas transitorios de intolerancia a la lactosa, la leche materna sigue siendo la fuente más recomendada de nutrición para los bebés, incluso en estas situaciones. En cualquier caso, de nuevo, lo más recomendable es consultar a un pediatra para recibir orientación adecuada. 

 

No confundamos alergia e intolerancia

 

A menudo se confunden la alergia a la leche y la intolerancia a la lactosa, pero son dos condiciones diferentes. 

La intolerancia a la lactosa es una afección en la que el cuerpo tiene dificultades para digerir la lactosa debido a la falta de lactasa. Esta condición no está relacionada con el sistema inmunológico, lo que significa que no provoca una respuesta inmunitaria. Los síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa incluyen dolor abdominal, gases, diarrea e irritabilidad.  

Por otro lado, la alergia a la leche es una respuesta del sistema inmunológico a las proteínas de la leche, como la caseína o la proteína del suero. Cuando un bebé tiene una alergia a la leche, su sistema inmunológico trata las proteínas de la leche como una amenaza y responde liberando histamina, lo que puede causar una variedad de síntomas, desde erupciones cutáneas hasta problemas respiratorios graves. 

Es fundamental que los padres comprendan la diferencia entre estas dos afecciones para poder tomar las decisiones adecuadas sobre la alimentación de su bebé. En cualquier caso, la leche materna sigue siendo la mejor opción para el bebé, proporcionando una nutrición completa y adaptada a sus necesidades. Ante cualquier duda, siempre es recomendable consultar con un pediatra para obtener orientación adecuada y garantizar así el bienestar del bebé.

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