El campo español, en guardia ante la expansión de la lengua azul y ‘el covid de las vacas’

Ganaderos de todo el país vuelven a encender las alarmas ante el repunte de dos enfermedades virales que ya dejaron secuelas devastadoras el año pasado: la lengua azul y la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE), conocida popularmente como el covid de las vacas. Mientras Galicia detecta nuevos casos y Andalucía confirma contagios en cabras, Asturias ya pide extremar precauciones ante el avance de estas patologías vectorizadas por los mosquitos, lo que significa que son los intermediarios en la transmisión.
Ambas enfermedades no se transmiten a humanos, pero sí que generan pérdidas severas en la producción láctea y cárnica, además de provocar altos índices de mortalidad y secuelas en los animales infectados, como infertilidad, debilitamiento o pérdida de movilidad. Según las últimas actualizaciones del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), los serotipos 3 y 8 de lengua azul circulan activamente por Galicia, donde también se han observado reinfecciones por EHE. En Andalucía, además, se ha confirmado un foco en cabras, una especie sin una vacuna específica y sin estudios concluyentes sobre cómo le pueden afectar estas enfermedades.
Ante este escenario, comunidades como Galicia y Andalucía han iniciado o reclamado nuevas campañas de vacunación, con especial énfasis en ovino y vacuno. ASAJA Córdoba, por ejemplo, exige un plan de choque para controlar la expansión y facilitar la vacunación a tiempo frente a los serotipos dominantes. En paralelo, la Xunta de Galicia negocia con laboratorios para ofrecer vacunas a precios asumibles por las explotaciones, aunque admite la dificultad de imponer medidas obligatorias en un contexto donde la vacunación sigue siendo voluntaria.
La preocupación, sin embargo, se extiende más allá de las fronteras autonómicas. Asturias, aún libre de casos confirmados, ha instado a reforzar la bioseguridad en explotaciones y controlar los movimientos ganaderos, alertando del riesgo que suponen las altas temperaturas para la proliferación de mosquitos.
El sector también demanda más transparencia, información técnica accesible sobre efectos adversos y una estrategia nacional coordinada que incluya desinsectación, control de movimientos, vigilancia epidemiológica y financiación suficiente para asegurar la viabilidad de las explotaciones. Las voces ganaderas coinciden: no hay tiempo que perder si se quiere evitar otro verano negro para el campo español.