Los lácteos son un variado grupo de alimentos con indicaciones diferentes de conservación en función del producto en cuestión.

Leche y derivados lácteos, ¿cómo conservarlos de forma adecuada?

Los lácteos son alimentos perecederos y con una vida útil muy variada, aunque más prolongada que otros frescos gracias a sus procesos de pasteurización o maduración.

30 junio 2023

Los lácteos son un variado grupo de alimentos con indicaciones diferentes de conservación en función del producto en cuestión.
Los lácteos son un variado grupo de alimentos con indicaciones diferentes de conservación en función del producto en cuestión.

 

Los lácteos son alimentos perecederos y con una vida útil muy variada, aunque más prolongada que otros frescos gracias a sus procesos de pasteurización o maduración. A ello también contribuye la correcta conservación, siguiendo las indicaciones específicas que cada tipo de lácteo posee. Temperatura, humedad y exposición a la luz son algunos de los aspectos clave a la hora de conseguir la mejor conservación posible. Las consecuencias de no hacerlo pueden suponer infecciones alimentarias o desechos de productos, entre otros. 

¿Por qué es importante cuidar la conservación de los lácteos? 

La conservación adecuada de los lácteos es esencial para nuestra salud. En primer lugar, está relacionada con la seguridad alimentaria. Los lácteos son productos perecederos y pueden albergar bacterias y microorganismos perjudiciales para el organismo, en algún caso suponiendo un riesgo severo. Al mantenerlos correctamente conservados, se reduce el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos. 

La conservación ayuda a mantener la frescura y la calidad de los lácteos. Las temperaturas adecuadas y las condiciones de almacenamiento indicadas preservan el sabor, la textura y el valor nutricional de la leche, el queso, el yogur, la mantequilla o la nata, lo que garantiza una experiencia agradable también para los consumidores. 

Del mismo modo, la conservación contribuye a prevenir el deterioro de los lácteos. Los cambios en la temperatura, la exposición a la luz y los cambios de humedad pueden acelerar el deterioro y provocar una vida útil más corta. Al seguir las prácticas correctas de conservación, se reduce el desperdicio. 

La conservación adecuada de los lácteos también tiene beneficios económicos y ambientales. Al seguir prácticas recomendadas por los fabricantes, se reduce el impacto ambiental. Esto también es beneficioso desde una perspectiva social, pues ayuda a minimizar la huella asociada con la producción y eliminación de alimentos. Reducir el desperdicio de lácteos contribuye a un uso más eficiente de los recursos naturales y ayuda a mitigar el cambio climático. 

¿Cuáles son los modos más comunes conservar lácteos? 

Debido al carácter perecedero de los lácteos y su facilidad para albergar bacterias, así como su proliferación; la conservación es un aspecto clave como método de prevención. Aunque las condiciones de la leche son diferentes de las del queso, por ejemplo, hay aspectos comunes que comparten todos estos alimentos: 

  • Temperatura adecuada. Los lácteos deben almacenarse a temperaturas bajas para evitar el crecimiento de bacterias. La temperatura ideal es de 1 a 4ºC. Es recomendable asegurarse de mantenerlos en el estante más frío de la nevera, generalmente en la parte posterior.
  • Envases herméticos. La mayoría de los lácteos vienen en envases originales y es mejor dejarlos ahí, ya que están diseñados para mantener su frescura y otras cualidades. Sin embargo, si necesitas trasvasarlos a otro recipiente, asegúrate de que sea hermético para evitar la contaminación y la pérdida de humedad.  
  • Almacenamiento adecuado. Un consejo clave es evitar exponer los lácteos a la luz solar directa o a fuentes de calor, ya que esto acelera su deterioro y la proliferación de microorganismos.  
  • Orden de consumo. Los lácteos tienen diferentes tiempos de vida útil. Lo recomendable es consumir aquellos con una fecha de caducidad más próxima antes que los que tienen una fecha más lejana.  
  • Control de olores. Los lácteos deteriorados o insalubres son fácilmente detectables porque emiten olores fuertes. Por ello, durante su almacenamiento debe permanecer lejos de alimentos con olores intensos, como cebollas, pescados o productos químicos, ya que pueden confundirse o camuflarse estos olores.  
  • Congelación. La leche, el queso y otros productos lácteos se pueden congelar con éxito, aunque algunos pueden experimentar cambios en su textura. Es recomendable etiquetar los productos con la fecha de congelación para un mejor control. 

¿Qué riesgos suponen los lácteos mal conservados? 

Si los lácteos no se conservan correctamente, pueden presentar riesgos para la salud debido al crecimiento de bacterias y otros microorganismos. Es importante tener en cuenta que la gravedad de los riesgos para la salud depende del tipo y la cantidad de microorganismos presentes en los lácteos, así como de la resistencia del individuo. Algunos de estos riesgos son:  

  • Infecciones alimentarias. Los lácteos pueden contaminarse con bacterias dañinas, como Salmonella, Escherichia coli (E. coli), Listeria monocytogenes, Campylobacter y Staphylococcus aureus. Estas bacterias causan enfermedades gastrointestinales, como diarrea, vómitos, fiebre, dolor abdominal y deshidratación.  
  • Intoxicación alimentaria. La proliferación de bacterias en los lácteos mal conservados puede generar sustancias que causan intoxicaciones alimentarias. Por ejemplo, la bacteria Clostridium botulinum puede producir toxina botulínica en productos lácteos mal conservados, lo que puede llevar a una enfermedad grave llamada botulismo.  
  • Alteraciones sensoriales. Si los lácteos no se conservan adecuadamente, pueden experimentar cambios en su textura, sabor y olor. Esto conlleva que sean desagradables o directamente no aptos para el consumo.
  • Alergias e intolerancias. Para las personas con alergias o intolerancias a los lácteos, consumir productos lácteos contaminados o en mal estado puede desencadenar reacciones alérgicas o problemas digestivos de gravedad variable. 

Indicaciones específicas de conservación para cada tipo de lácteo 

Aunque los lácteos, en general, son alimentos perecederos y comparten indicaciones para su conservación, existen especificidades para cada uno de ellos que deben tenerse en cuenta para garantizar su vida útil. Estas son: 

  • Leche. La leche debe mantenerse en el refrigerador a una temperatura constante de aproximadamente 1 a 4ºC. Si abres la leche, pero no la consumes por completo, asegúrate de cerrarla herméticamente con su tapa original o con una tapa adecuada. La leche fresca debe refrigerarse lo más pronto posible después de su compra. 
  • Queso. Envuelve el queso en papel de horno o papel encerado transpirable. Esto permite que el queso respire y evita la formación de humedad en su superficie. Es recomendable no envolverlo en plástico hermético, ya que esto puede favorecer el crecimiento de moho no deseado. Algunos quesos, como los quesos blandos o los quesos azules, requieren niveles de humedad específicos. 
  • Yogur. El yogur debe almacenarse en el refrigerador para prevenir el crecimiento de bacterias no deseadas. Es recomendable mantener el yogur en su envase original sellado. Los envases de plástico o vidrio son adecuados para mantener la frescura del yogur. Si el yogur muestra signos de moho, cambios de color inusuales o un olor desagradable, es mejor desecharlo. 
  • Mantequilla. La mantequilla debe almacenarse en el refrigerador para evitar que se ponga rancia. Si se desea conservar la mantequilla por más tiempo, se puede congelar. Para ello, basta con envolverla en papel de aluminio o colocarla en una bolsa de congelación. Es necesario eliminar la mayor cantidad de aire posible. La mantequilla congelada puede durar varios meses. 
  • Nata. La nata también debe refrigerarse para evitar el crecimiento bacteriano. La nata tiene una vida útil más corta que otros lácteos, así que es recomendable consumirla antes de la fecha de caducidad impresa en el envase. 

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