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La mantequilla, un producto apto para intolerantes a la lactosa

La mantequilla es un derivado lácteo obtenido a partir de la grasa de la leche. Es un alimento rico en calorías y en vitaminas A, E, D y K. La mantequilla es baja en lactosa, un tipo de azúcar presente de forma natural en la leche. Sin embargo, en los lineales de los supermercados es frecuente encontrar alternativas sin lactosa.
En este artículo analizaremos qué es la mantequilla, qué es la intolerancia a la lactosa y comprobaremos si de verdad es necesario adquirir mantequilla sin lactosa.
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¿Qué es la mantequilla?
La mantequilla es un derivado lácteo obtenido mediante el batido y amasado de la nata de la leche. El origen de la mantequilla data del año 3.500 antes de Cristo, cuando los ganaderos obtenían este producto a partir del batido de la nata en pieles de animales y fue muy valorada por determinadas culturas como mongoles, celtas o vikingos.
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) señala que la mantequilla es obtenida a partir de la leche o nata de vaca, aunque también es empleada la de otros rumiantes, como la oveja o la cabra. En cualquier caso, el etiquetado debe indicar la procedencia de la leche.
La semFYC dice que existen diferentes tipos de mantequilla en función del proceso de elaboración, del contenido en sal y del contenido en materia grasa.
Composición nutricional de la mantequilla
La mantequilla presenta un alto contenido en grasa, en ácidos grasos, en ácidos grasos saturados y en colesterol. Es un producto con un alto aporte calórico, ya que una cucharada sopera de mantequilla contiene 100 calorías.
Es rica en vitaminas liposolubles, como las vitaminas A y D. Las vitaminas liposolubles son aquellas que se almacenan en el hígado, en el tejido graso y en los músculos. La semFYC matiza que el contenido en vitaminas dependerá de la calidad de alimentación de las vacas lecheras y de la estación del año. La mantequilla elaborada en verano es más rica en vitamina A frente a la que es producida en invierno.
La poca cantidad de agua en su composición hace que este producto pierda la mitad de lactosa presente en la leche cruda. Aproximadamente, el porcentaje de lactosa presente en la manquilla es del 0,1%.
Intolerancia a la lactosa
La lactosa es un tipo de azúcar presente de manera natural en la leche y otros productos lácteos. La Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) señala que la lactasa es una enzima presente en el intestino delgado que se encarga de descomponer la lactosa en glucosa y galactosa, dos azúcares simples que el organismo utiliza como fuente de energía.
La intolerancia a la lactosa consiste en la incapacidad de digerir este tipo de azúcar. Es decir, los intolerantes a la lactosa no segregan la lactasa suficiente para que realice correctamente su función, causando molestias intestinales, como dolor abdominal, cólico, hinchazón, diarrea o gases. Es importante no confundir la intolerancia a la lactosa con la alergia a la caseína, una proteína presente en la leche de vaca.
Tipos de intolerancia a la lactosa
En un artículo de Mundo Lácteo sobre qué es la leche sin lactosa, explicamos que existen tres tipos de deficiencias de lactasa: primaria, secundaria y congénita.
- Primaria. Es hereditario. Los primeros síntomas suelen aparecer a los 3 años. Las cantidades «fisiológicas» de lactosa (12 gramos de 1 vaso de leche) pueden no producir síntomas en este tipo de deficiencia.
- Secundaria. La deficiencia de lactasa puede ser provocada por un episodio de gastroenteritis infecciosa, por una enfermedad crónica del intestino delgado o por el consumo de determinados medicamentos, como antibióticos o antiinflamatorios no esteroides.
- Congénita. La cantidad de lactasa en el intestino delgado es casi inexistente. Este tipo de deficiencia es extremadamente raro y debe ser diagnosticado en los primeros días de vida de un bebé para adoptar una dieta adecuada y evitar complicaciones.
¿Cómo se diagnostica la intolerancia a la lactosa?
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) apunta que existen varios métodos para confirmar la intolerancia a la lactosa.
- Test de tolerancia a la lactosa. Es el más usado por los profesionales de la salud. Esta prueba mide la respuesta de la glucemia a una sobrecarga de lactosa de 50 gramos en diversos intervalos.
- Test de hidrógeno espirado. Este test mide el hidrógeno en el aire que espira el paciente tras la administración de lactosa y así determinar los niveles de glucosa y galactosa.
- Test de aliento. Esta prueba mide la cantidad de hidrógeno, metano y CO2 en el aire espirado por el paciente. Tras la administración de la lactosa, se hacen recogidas de aliento cada 25 minutos durante un total de 3 horas. Es una herramienta práctica y rápida para identificar la intolerancia a la lactosa.
La mantequilla, un producto apto para intolerantes a la lactosa
Un estudio realizado por el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla señala que en España entre un 13 y 36% de la población tiene deficiencia primera de lactasa intestinal, es decir, el tipo de intolerancia a la lactosa más común.
Sin embargo, el informe Consumidor Sensitivo de la consultora Nielsen revela que muchos consumidores que eliminan o evitan la lactosa en la dieta lo hacen porque creen que puede ser dañina.
En función del tipo de deficiencia de lactasa, hay consumidores que pueden llegar a tolerar 12 gramos de lactosa diarios, lo que equivale a un vaso de leche, según apunta la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).
¿Qué alimentos son bajos en lactosa?
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) señala que “la mantequilla tiene una cantidad de agua menor respecto a la leche de partida, es decir, está formada por la fase grasa de la leche.”
La poca cantidad de agua en su composición hace perder parte de las vitaminas hidrosolubles, dos tercios de proteínas y la mitad de lactosa presente en la leche cruda. Por este motivo, la mantequilla es un alimento apto para personas con intolerancia a la lactosa, ya que la cantidad de este azúcar es mínima.
Si comparamos la cantidad de lactosa presentes en la mantequilla con y sin lactosa, comprobamos que el aporte no varía especialmente. La mantequilla con lactosa contiene 0,4 gramos por cada 100 gramos de producto, mientras que la mantequilla sin lactosa contiene 0,2 gramos por cada 100 gramos.
La Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) recomienda que las personas con intolerancia a la lactosa primaria no dejen de consumir este tipo de productos para evitar la falta de nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del organismo.
Esta organización señala que es posible consumir productos lácteos o derivados bajos en lactosa como la nata, el yogur y determinados quesos, como el cheddar, el provolone y la mozzarella.
Por tanto, lo más recomendable es fijarse en el etiquetado para comparar la cantidad de lactosa presente en el producto y decidir si la mejor opción es la que lleva lactosa o no.