Las madres con sobrepeso durante el embarazo y la lactancia transforman los cerebros en desarrollo de sus bebés, provocando que los menores tengan más posibilidades de padecer obesidad en etapas vitales posteriores. Esta es la principal conclusión extraída por un equipo científico de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, en un nuevo estudio publicado por la revista Molecular Metabolism.
Según esta investigación, la sobrealimentación precoz a bebés puede alterar los cerebros en desarrollo para desear alimentos poco saludables por encima de alimentos beneficiosos para la salud.
«Las personas nacidas de madres obesas o con sobrepeso tienden a pesar más en la edad adulta que las nacidas de madres delgadas, y experimentos como este sugieren que la explicación va más allá de factores ambientales como el aprendizaje de hábitos alimentarios poco saludables en la infancia. La sobrealimentación durante el embarazo y la lactancia parece ‘recablear’ el cerebro de los niños en desarrollo y, posiblemente, de las generaciones futuras», explica Mark Rossi, profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Rutgers y autor principal del estudio.
Para poder rastrear este vínculo entre madres e hijos, el equipo de investigadores recurrió a ratones por la similitud de su organismo con el de los humanos. Así, se permitió que ratonas embarazadas y en lactancia se volvieran obesas con una alimentación ilimitada, rica en grasas. En paralelo, otras ratonas en los mismos estados fueron alimentadas de manera sana y equilibrada.
Los resultados obtenidos indican que los ratones nacidos de madres obesas podían mantenerse delgados con comida sana, pero su tendencia alimentaria cambiaba frente a comida poco saludable y pasaban a comer mayor cantidad que los ratones nacidos de madre delgadas. Por tanto, es posible para estos ratones saciarse con alimentos sanos y complicado moderar el consumo de golosinas o comida basura, por ejemplo.
El análisis se realizó a 50 crías nacidas de 6 ratonas hermanas, 3 obesas y 3 delgadas, al final de la etapa de lactancia. Al inicio del estudio ya había una clara diferencia de peso en función de la dieta materna, pero con la dieta saludable todas las crías pasaron a parámetros de peso iguales, con poca diferencia. Los datos divergieron de nuevo al ofrecer alimentos ricos en grasas, que todos los ratones consumieron, pero en proporciones muy desiguales.
Un análisis pormenorizado de los comportamientos de los roedores ayudó a determinar que los bebés nacidos de madres con obesidad poseen distintas conexiones entre dos partes del cerebro: el hipotálamo y la amígdala. Esto es, según sus estimaciones, una repercusión directa de la nutrición durante la formación fetal y la lactancia.
Consecuencias de este estudio sobre el embarazo
Una de las principales consecuencias que tiene en cuenta el equipo de investigación detrás de este estudio es el desarrollo de fármacos. En concreto, prevén la creación de tratamientos que puedan neutralizar la alteración en el cerebro de hijos de madres obesas y reducir así el deseo por alimentos poco saludables.
«Aún queda trabajo por hacer, porque todavía no entendemos del todo cómo se producen estos cambios, ni siquiera en los ratones. Cada experimento nos dice un poco más, y cada poco que aprendemos sobre los procesos que impulsan a comer en exceso puede descubrir una estrategia para posibles terapias», expone Mark Rossi.
Otra de las implicaciones del estudio es la lucha contra la propia obesidad en las mujeres embarazadas y madres lactantes. Los resultados obtenidos sugieren la posibilidad de que una dieta con alimentos sanos sería suficiente para evitar la obesidad infantil, bloqueando por completo la comida basura. Esto ayudaría a no activar el consumo excesivo por culpa de una falta de autocontrol en las etapas de crecimiento y desarrollo, como la infancia.