Alergia a la proteína de leche de vaca

¿Cómo saber si mi bebé tiene alergia a la proteína de la leche de vaca?

Descubre todo sobre la alergia a la proteína de leche de vaca en bebés: desde sus síntomas a cómo se diagnostica y cuál es la mejor dieta a seguir.

Publicado el: 10 octubre 2022

Alergia a la proteína de leche de vaca

La alergia a la proteína de la leche de vaca, también conocida por las siglas APLV, es una de las alergias alimentarias más frecuentes en bebés y niños pequeños, ya que afecta a un porcentaje significativo de la población infantil. En concreto, se estima que entre el 2% y el 8% de los menores la padecen, aunque no siempre es posible identificar rápidamente sus síntomas o encontrar el diagnóstico.

 

¿Qué es la alergia a la proteína de la leche de vaca?

La alergia a la proteína de la leche de vaca es una reacción anómala del sistema inmune del bebé al consumir o verse expuesto a ese nutriente lácteo, principalmente a la caseína o al suero. Esto ocurre porque su sistema inmunitario, que normalmente actúa para combatir infecciones, reacciona de forma inapropiada a las proteínas de la leche. Con cada toma de este alérgeno, su cuerpo cree que está siendo invadido por agentes nocivos y se esfuerza por combatirlos.

Aparece, sobre todo, en los primeros meses de vida por ser la primera proteína extraña que se introduce en la dieta del lactante, puesto que el sistema inmunitario de los niños pequeños es todavía muy inmaduro. Por otro lado, los bebés con antecedentes familiares de alergias, asma, eccema, urticaria o rinitis alérgica tienen más posibilidades de desarrollar una alergia alimentaria que los que no tienen familiares con alergias.

Lo más común es que esta alergia se manifieste al tomar leche de fórmula elaborada a partir de leche de vaca. Sin embargo, también podrían darse casos de niños alimentados de forma exclusiva con leche materna, dado que las moléculas de la proteína de la leche de vaca pasan a la leche humana prácticamente intactas pudiendo de esta forma llegar al bebé.

Síntomas de alergia a la proteína de la leche de vaca

La APLV puede causar una amplia variedad de síntomas que van desde leves hasta graves. Los más comunes incluyen:

  • Reacciones cutáneas como eczema, urticaria y erupciones
  • Arcadas mientras come, regurgitación e incluso vómitos
  • Hormigueo o picazón alrededor de los labios o la boca
  • Cambio inusual del color y la consistencia de las heces
  • Moco, sangre y olor muy fuerte en las heces
  • Congestión nasal y tos
  • Ojos hinchados o llorosos
  • Fiebre
  • Enfado mientras come, soltando y agarrando compulsivamente la tetina
  • Nerviosismo tras la toma
  • Rechazo del biberón
  • Periodos de sueño muy cortos después de la toma
  • Estancamiento en el peso y en el crecimiento
  • Reacciones anafilácticas en casos severos, como una caída brusca de la presión arterial o dificultad para respirar

Es necesario recordar que rara vez una alergia se comporta de forma similar en las personas y que, por tanto, estos síntomas son una guía para detectar algo inusual que pueda indicar una reacción alérgica. Si detectas agitación, nerviosismo u oposición a las tomas en el bebé, debes sospechar que algo ocurre y consultar con el pediatra.

Tipos de APLV

Las alergias alimentarias se dividen, a grandes rasgos, en dos tipos. Una de ellas es más sencilla de detectar; la otra es silenciosa y puede tardar semanas en diagnosticarse. La diferencia entre ellas se debe a la inmunoglobulina E, abreviada como igE, un anticuerpo presente en la sangre que interviene en las reacciones inflamatorias, generalmente a proteínas alimentarias.

  • Las alergias mediadas por IgE son aquellas cuyos efectos y síntomas son inmediatos tras la ingesta de un alérgeno. En este caso, la reacción aparece justo después de estar en contacto con la proteína de la leche de vaca, presentándose algunos de los síntomas vistos anteriormente.
  • Las alergias no mediadas por IgE pueden tardar incluso meses en identificarse y en el proceso provocan mucho malestar. Los síntomas tardíos y el lento desarrollo de la patología suelen dar lugar a confundir la alergia con otras afecciones. Es habitual en este tipo de reacciones que el bebé sufra cólicos a cualquier hora del día, reacciones cutáneas que pueden llegar a convertirse en eccemas o dermatitis, reflujo, dolor abdominal, vómitos o pérdidas de peso.

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Diagnóstico de APLV

Si se sospecha que el bebé podría ser alérgico a la proteína de la leche tras presentar síntomas leves, debe iniciarse un proceso de consulta y diagnóstico con su pediatra. En caso de que la sintomatología sea grave, lo más adecuado será acudir a urgencias de forma inmediata.

¿Qué pruebas realizará el pediatra?

Si el cuadro clínico encaja con una reacción alérgica, el pediatra podrá derivar al bebé a una consulta con un alergólogo, especialista en trastornos relacionados con el sistema inmunológico y el tratamiento de alergias.

El diagnóstico habitualmente implica una combinación de historia clínica, examen físico y pruebas específicas. El tipo de pruebas a realizar serán determinadas por el médico una vez valorada toda la información, pero es frecuente incluir las que explicamos a continuación:

Prueba cutáneas o prick test

Cuando las reacciones alérgicas se producen de forma inmediata después de que el niño haya ingerido proteínas de leche de vaca (alergia mediada por IgE), las pruebas por vía cutánea suelen ser efectivas y, además, rápidas. Este tipo de pruebas también son conocidas como prick test o prueba de punción.

El personal sanitario encargado de realizar la prueba colocará un poco de leche de vaca sobre la piel del bebé, normalmente en el antebrazo o en la espalda. A continuación, realizará un pequeño rasguño o pinchazo sobre ella. En caso de ser alérgico, la piel se hinchará un poco y se enrojecerá. La reacción será similar a la de una picadura de insecto.

Si tras la prueba no se muestra ninguna reacción, todavía existe la posibilidad de ser alérgico. Esto podría suceder si el niño muestra reacciones tardías después de la ingesta del alimento, lo que se denomina una reacción no mediada por IgE, tal y como hemos explicado anteriormente.

Pruebas de sangre

Es posible que el médico solicite un análisis de sangre. Este tipo de pruebas buscan detectar la presencia de anticuerpos específicos (IgE), lo que ayudará a identificar si el sistema inmunológico del niño está reaccionando a las proteínas de la leche de vaca.

Dieta diagnóstico

Existe la posibilidad de mantener una dieta específica libre de proteínas de leche de vaca durante un mínimo de 4 semanas para constatar la desaparición de los síntomas.

A lo largo de este periodo, se introducirán fórmulas hipoalergénicas que no contengan proteínas de la leche de vaca. Después de un tiempo, se puede reintroducir la leche de vaca para observar si hay una reacción, lo que ayuda a confirmar o descartar la alergia.

Prueba de provocación

Este procedimiento consiste en administrar al paciente pequeñas cantidades de leche de vaca o algún otro producto que la contengan, empezando con dosis muy bajas y aumentando de forma gradual con el objetivo de detectar si se produce alguna reacción alérgica.

Es importante que la prueba de provocación siempre se realice en un centro sanitario bajo la supervisión de un alergólogo porque las reacciones alérgicas podrían ser graves.

Es una prueba a la que suele recurrir cuando los resultados de algunas de las pruebas que hemos visto anteriormente no son concluyentes.

Dieta sin proteínas de leche de vaca

Cuando un bebé es diagnosticado de APLV, es necesario realizar una serie de cambios en su alimentación:

Bebés alimentados con leche de fórmula:

En este caso, debemos utilizar una leche de fórmula extensamente hidrolizada (eHF), en las que las proteínas de la leche de vaca se dividen en pequeños fragmentos, de tal forma que el sistema inmunológico del bebé no las reconoce como alérgeno. Este tipo de leche es la recomendada para aquellos bebés que presentan síntomas de alergia leves o moderados.

Por lo contrario, para aquellos casos de APLV más graves, la mejor opción son las fórmulas a base de aminoácidos (AAF). Estas, en vez de contener proteínas, tienen aminoácidos, que son las unidades básicas que forman las proteínas, por lo que es menos probable que desencaden reacciones alérgicas.

Ambas opciones son adecuadas para niños con APLV y garantizan el aporte de nutrientes necesarios para un crecimiento y desarrollo saludables. En cualquier caso, será el pediatra el que te recomendará la mejor opción para tu hijo.

No es aconsejable utilizar leche de fórmula de otros mamíferos, como por ejemplo de cabra porque, aunque tengan una composición diferente, también contienen proteínas que son similares a las de la leche de vaca.

Bebés alimentados con leche materna:

Se recomienda que la madre mantenga una dieta sin proteínas de leche de vaca evitando no solo la leche, sino otros productos lácteos como pueden ser la nata, la mantequilla o el queso.

Es aconsejable que la madre tome suplementos de calcio, así como aumentar el consumo de pescados como el salmón o las sardinas y vegetales de hoja verde como espinacas o brócoli. En cualquier caso, lo más apropiado será acudir al médico con el objetivo de asegurarse estar recibiendo todos los nutrientes necesarios.

Bebés que inician la alimentación complementaria:

Podremos incorporar alimentos de forma paulatina como lo haríamos con cualquier otro niño, pero evitando la leche y sus derivados, tal y como comentamos en el punto anterior que debe hacerlo la madre.

La mejor forma para asegurarse de que un alimento no contenga proteínas de leche de vaca será fijarse en el listado de ingredientes del etiquetado. Además de “leche”, debemos buscar términos como “suero de leche”, “lactosa”, “proteína láctea”, “caseína” o “suero de leche”.

¿Tiene cura este tipo de alergia?

Afortunadamente, los síntomas suelen desaparecer de forma espontánea en torno a los 2-3 años. Concretamente, el 50% de los niños toleran la leche de vaca a los 2 años de vida y el 80% la toleran entre los 3 y los 5 años.

Sobre cuándo puede volver a tomar leche de vaca un niño con APLV, dependerá de la gravedad de los síntomas que haya tenido antes de su diagnóstico. En caso de que los síntomas hayan sido leves, en los siguientes 3 – 6 meses desde que se inicia la dieta se puede hacer una reevaluación a través de una prueba de provocación. Por lo contrario, si los síntomas han sido graves, lo apropiado será esperar a los 12 meses.

¿Alergia a la proteína de la leche de vaca o intolerancia a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa en bebés menores de un año es una afección más rara incluso que la alergia a la proteína de la leche. Aunque es común confundir los términos, las patologías son diferentes.

La intolerancia a la lactosa no provoca reacción en el sistema inmunológico sino en el aparato digestivo. El bebé es incapaz de digerir la lactosa, el azúcar de la leche, pero en ningún caso se compromete la vida del pequeño. Además, los productos sin lactosa son aptos para el consumo por parte de aquellas personas intolerantes. Sin embargo, los alérgicos no pueden ingerir ninguna variante de lácteo con o sin lactosa y en ninguna de sus formas, es decir, ni yogur, ni queso, ni nata.

Como hemos visto, la alergia a la proteína de la leche de vaca es una condición que afecta a un número considerable de bebés y niños pequeños, por lo que es fundamental estar atentos a sus síntomas para un diagnóstico temprano. Si sospechas que tu hijo podría tener APLV, no dudes en consultar con el pediatra que os dará la orientación adecuada junto con el alergólogo para ofreceros alternativas nutricionales.

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