Alergia a la proteína de leche en niños

Alergia a la proteína de la leche: todo lo que debes saber

La alergia a la proteína de la leche o ALVP afecta al 2% de la población, su sintomatología es diversa y su diagnóstico, a veces, complicado. Descubre qué es, sus causas, síntomas, prevención y tratamiento

11 noviembre 2021

Alergia a la proteína de leche en niños
Un bebé tomando el biberón.

APLV, qué es la alergia a la proteína de la leche de vaca

La alergia a la proteína de la leche de vaca es la que más errores de clasificación produce, debido a que su sintomatología es diversa, su diagnóstico no siempre es totalmente efectivo y porque, esencialmente, la población a la que afecta es a lactantes y niños pequeños en un momento crucial de su desarrollo.

La alergia a la proteína de la leche (APLV) se da cuando, tras la ingesta de proteínas lácteas, el organismo presenta una respuesta anormal, una intolerancia, con una serie de síntomas que suponen una reacción adversa a los alimentos que se han ingerido. Se trata de una respuesta inmunológica a las proteínas presentes en la leche de vaca y otros mamíferos.

Si algo resulta preocupante es que, en los últimos 20 años, aproximadamente, la frecuencia de la alergia a la proteína de la leche ha aumentado en torno a un 10% en la población de manera inesperada. Junto a este incremento también se ha constatado una mayor incidencia de reacciones graves, como la anafiláctica.

La reacción que produce la APLV está relacionada con las proteínas de la leche, normalmente las caseínas α-lactoalbúmina y la β-lactoglobulina. En el caso de la APLV, los órganos que suelen verse afectados son el sistema digestivo, la piel y el sistema respiratorio.

En algunos casos, la reacción alérgica puede extenderse a todo el cuerpo. En lo referente a la alergia a la leche de vaca, las proteínas de la leche pasan a través del intestino y son detectadas por unas células especiales llamadas células M, que están en la pared del intestino. Estas células M identifican las proteínas como una posible amenaza y se lo comunican a otras células del sistema inmunológico, llamadas células dendríticas, que están en una capa más profunda del intestino. A continuación, se activa el sistema inmune, produciendo anticuerpos de inmunoglobulina E (IgE) que neutralizan el alérgeno, es decir, la proteína. En la siguiente ocasión en que el paciente entre en contacto con las proteínas, estas serán reconocidas por la inmunoglobulina E y el sistema inmunitario liberará histamina y otras sustancias, causando los síntomas de la alergia.

Cuándo aparece la alergia

Salvo casos especialmente graves de APLV, este tipo de alergia se suele diagnosticar en el lactante cuando da el paso a la introducción de leche de fórmula adaptada que, en muchas ocasiones, se da a partir de los cuatro meses, al terminar la baja de maternidad.

En un porcentaje que ronda el 60%, los síntomas aparecen inmediatamente después de la primera toma, pero debemos tener en cuenta que no todos los cuerpos reaccionan igual y, en ese 40% restante, podemos encontrarnos con que la cantidad no ha sido suficiente como para provocar la reacción del cuerpo, lo que supondrá, probablemente, un retraso en su diagnóstico.

Como decíamos, según sea la gravedad, la alergia puede manifestarse, en casos excepcionales, pasados varios meses de la ingesta de leche, hasta, en otros casos también excepcionales, por el simple contacto con la piel de alguien que haya manipulado leche o incluso con la propia lactancia materna.

Como veremos más adelante cuando hablemos del tratamiento, la alergia a la proteína de la leche de vaca suele tener, en la mayoría de los casos (un 80%) una evolución favorable según la cual, los pacientes llegan a tolerar el consumo de leche de vaca.

El porcentaje restante, en cambio, suele seguir presentando síntomas pasados los ocho años.

Así se produce una alergia

Para explicar cómo se produce una alergia hay dos conceptos que conviene que tengamos claro, la hipersensibilidad y la propia alergia. La hipersensibilidad es una respuesta exagerada del sistema inmunológico, un síntoma que aparece cuando se entra en contacto con un estímulo específico, como un alimento, en una dosis que normalmente no debería afectarnos.

En relación a la hipersensibilidad está la alergia, pues es una reacción hipersensible pero que trae consigo un mecanismo inmunológico que puede ser mediado no mediado por IgE, es decir, el anticuerpo llamado inmunoglobulina E:

  • Alergia mediada por IgE: cuando el cuerpo produce anticuerpos IgE específicos contra el alérgeno (como en las alergias alimentarias agudas), provocando una respuesta rápida e intensa, liberando histamina y otras sustancias inflamatorias. Esto genera síntomas en pocos minutos, como urticaria, hinchazón o dificultad para respirar.
  • Alergia no mediada por IgE: no se producen anticuerpos IgE específicos. La respuesta en este caso es más lenta y puede involucrar otras células del sistema inmunitario, lo cual causa síntomas menos inmediatos y a veces crónicos, como problemas digestivos o cutáneos, que aparecen horas o días después de la exposición al alérgeno.

En el caso de la APLV estaríamos hablando de una alergia mediada por IgE. Después de la exposición al alérgeno se producen los anticuerpos para aquellas fracciones proteicas de la leche que generan la hipersensibilización. En una segunda exposición, el antígeno queda fijado a las IgE y se desencadena la reacción alérgica.

Los síntomas más habituales de la alergia mediada son los siguientes:

  • Reacción cutánea
  • Problemas digestivos
  • Problemas respiratorios
  • Anafilaxia

En el caso de la alergia no mediada, lo más habituales son los problemas digestivos que se pueden llegar a cronificar. No son tan comunes pero también se pueden dar síntomas cutáneos o respiratorios.

Alérgenos presentes en la leche

La proteína que resulta ser el principal alérgeno de la leche es la caseína, cuyo grupo comprende el 80% de las proteínas disponibles en la leche de vaca. En total, en la leche entera de vaca nos encontramos con más de 40 proteínas diferentes. Estas proteínas son termorresistentes y presentan reacción cruzada con leche de otros mamíferos, esto último significa que una persona alérgica a las proteínas de la leche de vaca también puede presentar alergia a proteínas similares de la leche de otros mamíferos como ovejas, búfala o cabras.

En cuanto a la termorresistencia, significa que, en el caso de la APLV, aunque la leche se haya calentado o pasteurizado, la estructura de sus proteínas se mantiene intacta. Por esta razón, no se recomienda, en los casos de APLV, el consumo de derivados lácteos o procesados. Para los casos más agudos, incluso aquellos productos que puedan tener contaminación cruzada o trazas de lácteos.

Incluso hay casos, como en el de la beta-lactoglobunia, en la que si se calienta lo suficiente (a 121 grados durante 20 minutos) pueden llegar a aumentar su alergenicidad, ya que se forman estructuras más activas. Del mismo modo, una mayor prolongación a temperaturas elevadas podría hacer disminuir su alergenicidad.

Los alérgenos principales de la leche de vaca son los siguientes:

Proteína Alérgeno Peso molecular (kDa) % Sensibilización en APLV Reacción cruzada Características
Caseína (80%) Bos d 8 20-30 Alérgeno mayor. Termoestable
– Alpha s1-Caseína Bos d 9 23.6 98 >85% leche cabra, oveja
– Alpha s2-Caseína Bos d 10 25.2 94
– Beta-Caseína Bos d 11 24.4 91
– Kappa-Caseína Bos d 12 19 91
Proteínas séricas (20%)
– Alfa-Lactoalbúmina Bos d 4 14.2 51 Alérgeno mayor. Superfamilia de lisozimas
– Beta-Lactoglobulina Bos d 5 18.3 61 Alérgeno mayor. Familia de lipocalinas. Termoestable. Proteína sérica más abundante. No está en leche humana
– Seroalbúmina Bos d 6 67 43 15-20% carne de ternera
– Inmunoglobulinas Bos d 7 160 36
– Lactoferrina 80 35

 

Según sea la alergia, que puede ser a una única proteína o a varias, el paciente podrá mostrar diferentes tolerancias. Por ejemplo, hay proteínas que están presentes únicamente en la leche, pero otras lo están también en la carne. Según sea la alergia, el paciente podría verse privado tanto de consumir leche como carne de vacuno, o sólo uno de ambos.

En cualquier caso, cada persona tiene un límite individual de tolerancia, que ayuda a que el diagnóstico sea complicado. Hay pacientes que necesitan ingerir una gran cantidad de leche o productos lácteos para que la hipersensibilización se manifiesta. Otros, en cambio, pueden presentar una reacción grave sólo con el contacto o consumiendo productos que tengan trazas o contaminación cruzada.

Incidencia de la alergia

La APLV ha ido aumentando con los años. Es un tipo de alergia que afecta principalmente en la primera infancia, y que causa síntomas en, aproximadamente un 2% de la población. La leche de vaca es el principal alimento que produce alergia, pero, en la edad pediátrica, los huevos y los frutos secos como nueces o cacahuetes también suelen causar reacciones alérgicas.

En la edad adulta, la alergia a la proteína de la leche de vaca suele estar controlada al haberse generado una tolerancia, pero otros productos como verduras, frutas o mariscos ven aumentada su incidencia para este grupo de edad.

Multisintomática y con plazos inciertos, así es la APLV

Ahora que ya conocemos cómo se produce la alergia y cuáles son las proteínas causantes, vayamos con los síntomas que, en orden de frecuencia, son los siguientes:

  1. Síntomas cutáneos: los síntomas cutáneos más habituales incluyen eritema – enrojecimiento de la piel – con o sin urticaria. También es habitual el angioedema, la inflamación o hinchazón de la piel. También se puede desarrollar demartitis atópica, de hecho hay cierta relación entre personas alérgicas a la proteína de la leche de vaca que presentan dermatitis atópica moderada-grave.
  2. Síntomas digestivos: los problemas digestivos se pueden manifestar de numerosas maneras, como vómitos, diarrea, estreñimiento, dolor abdominal e incluso fallo de medro en el caso de lactantes, que también pueden padecer de espasmos cricofaríngeos, reflujo, proctocolitis, colon irritable, etc. En el caso de bebés, este tipo de síntomas generan llanto, irritabilidad y rechazo al biberón, entre otras reacciones. Estos síntomas se pueden desarrollar desde la boca hasta el intestino. Por ejemplo, en el intestino grueso pueden producirse el dolor abdominal y la dierra y, de manera ocasional, sangre en las heces del lactante.
  3. Síntomas respiratorios: los síntomas respiratorios suelen acompañar a otros síntomas y no se suelen presentar de forma aislada. Por ejemplo, en alergias graves pueden aparecer síntomas de asma y rinitis, además de prurito nasal, congestión y estornudos. En este tipo de casos, si se está hirviendo leche y se inhala el vapor, el paciente puede mostrar los síntomas.
  4. Anafilaxia: es la manifestación más grave de la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) y representa una emergencia médica que puede poner en riesgo la vida del paciente. Esta reacción se caracteriza por un inicio rápido de síntomas que pueden incluir manifestaciones cutáneas como urticaria (local o generalizada) y angioedema. También síntomas digestivos como síndrome de alergia oral, dolor abdominal, vómitos o diarrea, y síntomas respiratorios que incluyen disnea, broncoespasmo, estridor e hipoxemia.

También pueden presentarse síntomas como hipotensión, síncope y shock, así como síntomas neurológicos, que abarcan desde temblores y confusión hasta convulsiones. El tratamiento inmediato consiste en la inyección de epinefrina (adenalina).

Manifestaciones clínicas

Según sea el grado de alergia y el tiempo de reacción, las manifestaciones clínicas de la APLV se presentan de la siguiente forma:

  • Manifestación inmediata: es el tipo de manifestación más rápida y se presenta antes de que hayan transcurrido 30 minutos desde la ingesta o contacto con el alérgeno. La manifestación más habitual es la reacción cutánea local, pero pueden desencadenarse, según el grado de alergia, urticaria, síndrome alérgico oral o incluso anafilaxia
  • Manifestación mediata: aparece a las pocas horas, y están ocasionadas por reacciones no mediadas por IgE. Los síntomas más comunes son los gastrointestinales.
  • Manifestación tardía: pasados entre uno y cinco días. Se caracteriza por presentar síntomas que pueden ser tanto gastrointestinales como respiratorios o cutáneos, incluyendo rinitis, eccemas, urticaria o incluso anafilaxia. También se pueden manifestar hemosiderosis pulmonar – sangrado pulmonar – proctocolitis o esofagitis.

En cuanto a la frecuencia de las manifestaciones clínicas, la estimación nos dice que entre el 50-60 % son digestivas, con una mayor frecuencia de presencia de sangre en las heces. Por su parte, las manifestaciones respiratorias están entre el 20-30% y las cutáneas en un 30-70%.

Exposición temprana a fórmulas sustitutas de la leche materna

En el caso de niños recién nacidos, la exposición temprana, en las primeras 24 horas de vida, a fórmulas sustitutas de la leche materna, está asociada, según estudios recientes, a un riesgo siete veces mayor de desarrollar alergia a la proteína de la leche de vaca.

Este tipo de prácticas se realizan en algunos casos para prevenir, desde los protocolos para el cuidado neonatal, la hipoglucemia neonatal. Este tipo de hipoglucemia, que afecta a un 10% de los recién nacidos, se da cuando el nivel de glucosa en sangre, que se ha mantenido constante durante su desarrollo pero que se ve interrumpido en las primeras 24-28 horas desde el nacimiento, marca entre 47-50 mg/dL de glucemia.

Factores atenuantes

Para el desarrollo de la alergia a la proteína de la leche de vaca se han detectado una serie de factores atenuantes que pueden estar implicados en la manifestación clínica de la alergia alimentaria y sus síntomas. Se trata de una combinación de factores genéticos y ambientales. Son los siguientes:

  • Predisposición hereditaria mediante genes específicos
  • Dermatitis atópica
  • Déficit de vitamina D
  • Consumo bajo de ácidos omega-3 poliinsaturados
  • Consumo bajo de antioxidantes
  • Obesidad
  • Edad de exposición. La introducción en cantidades adecuadas de diferentes alimentos ayuda a generar la tolerancia
  • Otras alergias
  • Administración precoz de PLV en biberón, con lactancia materna posterior
  • Administración intermitente de PLV durante la lactancia materna
  • Si, por ejemplo, el parto fue por cesárea, aumenta el riesgo de desarrollar una alergia por el ambiente microbiano del intestino
  • Factores que influyen en el tracto intestinal como recibir lactancia materna, que facilita la tolerancia, o tratamiento con aminoácidos que, al contrario, favorece la aparición de sensibilización
  • La vía de entrada. La vía cutánea muestra tendencia a aumentar la sensibilización

¿Qué ocurre con la leche de fórmula?

En el caso de que no haya lactancia materna o esta se detenga y se pase a la leche de fórmula adaptada o artificial debemos saber que estas leches se fabrican a partir de leche de vaca, pero modificándola para que se parezca, nutricionalmente hablando, lo máximo posible a la leche materna. Se reducen el nivel de proteínas, la grasa se sustituye para hacerla similar a la de la leche materna y se añaden vitaminas y minerales.

Entre otras cosas, se les añade suero láctico, razón por la cual los niños pasan a recibir en su organismo betalactoglobulina, una proteína no presente en la leche materna y por lo tanto extraña en nuestro organismo que puede ser alergénica y desencadenar una hipersensibilización. Esta situación puede darse en aquellos bebés que tengan una predisposición genética a la APLV.

Para aquellos bebés que presentan alergia a la proteína de la leche de vaca, existen fórmulas especiales que se basan en la eliminación o en la hidrólisis de estas proteínas (rompiéndolas en partes más pequeñas), reduciendo así el riesgo de reacción alérgica en el lactante.

Cómo se detecta la alergia a la proteína de la leche de vaca

Si el bebé o niñ@ presenta alguno de los síntomas antes descritos y el pediatra sospecha firmemente de que puede ser un caso de APLV, al igual que ocurre con otras alergias alimentarias, se lleva a cabo un estudio alergológico.

El primer paso que se suele tomar ante la sospecha, antes de que el diagnóstico sea firme, es retirar de la dieta del lactante la leche y sus derivados, para verificar que se produce una mejora en la salud del paciente.

Existen diferentes tipos de pruebas que se pueden hacer para diagnosticar APLV. Son las siguientes:

  • Prueba cutánea o prick test: es la prueba más rápida, que se realiza al momento colocando una gota comercial del alérgeno en la parte anterior del antebrazo. A continuación, se realiza una pequeña punción para que la gota entre en la capa superficial de la piel. A continuación, se espera un tiempo de en torno a los 15 minutos y, a continuación, se mide el tamaño de la pápula resultante, es decir, la reacción de la piel. Para este tipo de prueba la recomendación es emplear alérgenos estandarizados de a-lactoalbúmina; B-lactoglobulina; caseína, histamina para el control positivo, es decir, para constatar que la piel reacciona; y suero salino para el control negativo, porque no genera o no debería generar una reacción en la piel. Si la pápula es superior a 3 mm se considerará el test como positivo. En el caso de superar los 10 mm se considerará alergia persistente. Junto a la prueba cutánea se recomienda también realizar la prueba de alergia a la carne de vacuno y a otros alimentos que suelen generar reacción alérgica, como los huevos o el pescado.
  • Pruebas analíticas: la prueba analítica se lleva cabo mediante la técnica InmunoCAP. Se trata de un análisis de sangre en el que los alérgenos se fijan en el dispositivo InmunoCAP para determinar, en contacto con el suero de la sangre, si el paciente presenta alergia a alguno de los alérgenos. Para determinar si el resultado es positivo, se comprobarán las IgE específicas que se han fijado a los alérgenos mediante un conjugado marcado (una enzima) y luego un reactivo para esta que produce una reacción de color cuya intensidad será proporcional a la cantidad de IgE en la muestra. La concentración resultante, medida en kU/L indicará los diferentes niveles de IgE por cada alérgeno.
  • Prueba de provocación oral: esta prueba se realiza para confirmar el diagnóstico salvo en aquellos casos en los que se sospeche de que, en una probabilidad alta, se esté ante un caso de APLV con alto riesgo de presentar síntomas de anafilaxia. La prueba de provocación oral se basa en suministrar dosis crecientes de leche en intervalos de 30 minutos, manteniendo al paciente en observación durante unas dos horas para observar si se presentan reacciones inmediatas o tardías.

Cuando se ha diagnosticado al paciente como alérgico a la proteína de leche de vaca, y teniendo en cuenta que el grado de hipersensibilización tiende a corregirse, es habitual que se realicen revisiones periódicas cada seis meses y hasta los cuatro años de edad, repitiendo el estudio alérgico para ver la evolución de la sintomatología.

En combinación con la alergia a la proteína de leche de vaca se suelen dar otras reacciones a alimentos como el huevo, el trigo o el pescado. Este tipo de alimentos también se deben retirar cuando se está realizando la prueba diagnóstica de la APLV.

Tratamiento para la APLV

Si el diagnóstico ha sido positivo y, dependiendo de su gravedad, el tratamiento básico será la eliminación de la proteína de la leche de vaca de la dieta del paciente. En el caso de que esté en periodo de lactancia materna, la madre deberá hacer dieta de exclusión. Si está tomando leche adaptada, se deberá optar por fórmulas hidrolizadas o con base de soja.

La dieta de eliminación de la leche incluirá también la eliminación de derivados y productos que contengan leche o puedan contener trazas. Como vimos anteriormente, esto incluye también productos de leche de cabra, oveja y otros mamíferos, por la similitud de sus proteínas, que igualmente pueden producir una reacción alérgica.

Los alimentos que deben ser retirados de la dieta serán aquellos en cuya composición nos encontremos con:

  • Lactoalbúmina
  • Lactoglobulina
  • Suero
  • Proteínas de suero
  • Caseína o caseinatos (H4511, H4512)
  • Aditivos de raíz lact- (E325, E326, E327, E472, E480, E481, E482, E575, E585, E966)

Y es que la PLV nos la podemos encontrar en numerosos productos presentes en nuestro día a día, como embutidos y fiambre, pan, pescados congelados o en conserva, e incluso en medicamentos y cosméticos.

En cualquier caso, la prolongación de la lactancia materna supone el mejor método de prevención y tratamiento ante esta alergia. En el momento de transición hacia alimentación sólida o complementaria, los alimentos deberán estar libres, asimismo, de proteínas de leche de vaca hasta que se haya desarrollado y se confirme la tolerancia.

En cuanto a las leches de fórmula, las FEH (fórmulas extensamente hidrolizadas) se emplean en el tratamiento de la APLV. La mayor parte de los lactantes y niños toleran este tipo de fórmulas, a pesar de que las FEH pueden contener proteínas residuales. En ese caso, para aquellos pacientes que hayan desarrollado una enteropatía grave o diferentes alergias alimentarias, se recomiendan las FAA (fórmulas de aminoácidos).

Adquiriendo la tolerancia por medio de inmunoterapia oral (ITO)

Hay un tipo de tratamiento oral para desarrollar la tolerancia que llega a ser efectivo hasta en el 80% de las ocasiones. Consiste en la administración de dosis crecientes de leche (en dilución 1/100 inicialmente) de manera diaria.

Medidas preventivas

Como hemos comentado, la principal medida de prevención es la prolongación de la lactancia materna, aun cuando se retire la PLV de la dieta de la madre. La lactancia debe ser exclusiva, por lo menos, durante los primeros cuatro meses de vida y, si es posible, prolongándola hasta los seis meses, cuando se recomienda iniciar la alimentación complementaria.

En el caso de que haya alto riesgo de APLV, debido a que uno de los padres o un hermano han sido diagnosticados, se recomienda usar las leches de fórmula hidrolizada FEH o FAA según el grado de sensibilización.

No confundir la intolerancia a la lactosa con la alergia a la proteína de leche de vaca

En ocasiones es fácil confundir la intolerancia a la lactosa con la alergia a la proteína de leche de vaca. En este caso conviene especificar que la lactosa es un carbohidrato presente en la leche que puede causar problemas de digestión debido a un déficit de lactasa en nuestro organismo. Por su parte, la alergia a la proteína de la leche de vaca es la reacción exagerada de nuestro sistema inmunitario a las proteínas de la leche, principalmente a la caseína y a la betalactoglobulina.

Como has podido constatar a lo largo de este extenso post, la alergia a la proteína de leche de vaca puede causar una sintomatología variable que puede ir desde pequeños síntomas hasta problemas graves. Por esa razón, es importante su diagnóstico y tratamientos rápidos, a fin de evitar complicaciones en el paciente, que suelen ser bebés lactantes.

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