Yogur con frambuesas.

¿Es más saludable el yogur desnatado?

¿El yogur desnatado es igual de saludable que el yogur entero ? En este artículo resolveremos las dudas más frecuentes sobre el yogur desnatado.

21 enero 2022

Yogur con frambuesas.
El yogur es un producto lácteo con una elevada densidad nutricional.

El yogur desnatado es un producto lácteo con un contenido en grasa igual o inferior al 0,5%. La Federación Española de Nutrición (FEN) recomienda consumir 3 raciones diarias de alimentos lácteos, y aumentar a 4 durante la adolescencia y el embarazo . Pero ¿el yogur desnatado es igual de saludable que el yogur entero ?

¿Qué es el yogur?

La Norma de Calidad para el yogur, aprobada en 2014 por los Ministerios de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad define el yogur como un producto de leche coagulada obtenido por fermentación láctica mediante la acción de las bacterias Lactobacillus delbrueckii subso. Bulgaricus y Streptococcus thermophilus. La leche empleada para la elaboración del yogur es sometida a un tratamiento térmico denominado pasteurización. 

El conjunto de los microorganismos productores de la fermentación láctica deben ser viables y estar presentes en la parte láctea del producto terminado en cantidad mínima de 1 por 107 unidades formadoras de colonias por gramo o mililitro.

En otro artículo de Mundo Lácteo analizamos los distintos tipos de yogur que podemos encontrar en los lineales de los supermercados. Entre estos figuran el yogur natural, el yogur de sabores, el yogur con frutas, el yogur sin lactosa, el yogur griego, el yogur desnatado, el yogur con proteínas, el yogur con bífidus, el yogur bebible, el yogur sin azúcar y el yogur probiótico.

Yogur desnatado. ¿Qué es?

Todos los yogures parten de la misma base; es decir, del yogur natural. El yogur natural es un producto lácteo obtenido mediante el proceso de fermentación de la leche. Este puede ser preparado con leche entera, semidesnatada y desnatada.

La Norma de Calidad para el yogur, establecida en 2014 por los Ministerios de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad  indica que el contenido mínimo de materia grasa de los yogures, en su parte láctea, será de 2 por 100 m/m, salvo para los yogures semidesnatados en los que será inferior a 2 y superior a 0,5 por 100 m/m. Para los yogures desnatados, la materia grasa será igual o inferior a 0,5 por 100 m/m.

Por tanto, el yogur desnatado es un alimento bajo en calorías y bajo en grasas, aunque, según la formulación de cada marca, puede contener otros azúcares añadidos, como la sacarosa, la fructosa o la glucosa.

¿Cuánta y cómo es la grasa de un yogur? 

La cantidad de grasas presente en el yogur dependerá del tipo de leche empleada para su elaboración. La leche entera presenta un contenido en grasa mayor o igual al 3,5%; la semidesnatada, entre el 1,5 y el 1,8% y la desnatada, hasta un 0,5% de materia grasa.

La Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil) señala que las grasas presentes en la leche y en los productos lácteos son importantes, ya que vehiculizan las vitaminas liposolubles (A, E, D y K) y protegen el organismo de enfermedades cardiovasculares.

Por este motivo, expertos en nutrición de la Universidad Europea del Atlántico recomiendan el consumo de yogures enteros naturales, frente a los desnatados, siempre que su consumo sea moderado.  La mayor parte del azúcar que vemos en las etiquetas nutricionales del yogur es lactosa, un tipo de azúcar presente de forma natural en la leche. 

Los productos lácteos desnatados comenzaron a aparecer en los lineales de los supermercados y tiendas a comienzos de 1980, cuando los consumidores empezaron a mostrar interés por un producto que “parecía más saludable”. 

De hecho, este tipo de productos eran promocionados por las marcas con eslóganes como “Leche desnatada Pascual te ayuda a no engordar”.

El yogur semidesnatado, el favorito hace una década 

El informe El consumo de productos lácteos en España (1950-2010) de la Universidad de Zaragoza señala que los consumidores comenzaron a sentir interés por productos desnatados a partir de los años 80, aunque “las preferencias se orientaron en mayor medida hacia los semidesnatados, ya que ofrecía promesas similares de mejora dietética sin forzar un cambio tan acentuado del sabor”. 

El aumento del interés por mantener la línea hizo que en 2010 el yogur desnatado “encabezara la lista de los más consumidos”. A partir de entonces, comenzaron a surgir otras alternativas al yogur, como el bífidus por “el efecto beneficioso sobre la salud que prometía la publicidad empresarial”. 

En los últimos años ha ganado peso el criterio de médicos, nutricionistas y dietistas que sostienen que el aporte de grasas de una ración de lácteos elaborados con leche entera es bajo en comparación con otros alimentos y que la grasa de la leche aporta gran cantidad de vitaminas que se pierden al retirar la grasa para producir lácteos desnatados. 

Además, los yogures desnatados contienen menos grasa, pero algunas marcas añaden otro tipo de azúcares, como son la sacarosa, la glucosa y la fructosa para lograr mejorar la textura o el sabor, por lo que es recomendable siempre comprobar la composición nutricional de los yogures a la venta para verificar cuál es la opción más saludable.

¿Todas las grasas son iguales?

Las grasas o los lípidos son nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. Ejercen multitud de funciones: actúan como aislantes, forman parte de las membranas celulares, regulan los procesos celulares y sirven de vehículo para vitaminas liposolubles (A, E, D y K), entre otras. 

La profesora de Nutrición y Bromatología de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Ana Belén Ropero, señala que de todas esas funciones , “la más conocida es la enorme capacidad de las grasas para proporcionar energía gracias a su metabolismo”.

Las grasas están presentes en muchos alimentos. Los alimentos que más grasa contienen son el tocino (panceta y bacon), los frutos secos, los embutidos y los quesos, aunque de diferente tipo. La panceta y el queso tienen un alto contenido en grasas saturadas, mientras que los frutos secos y el pescado son ricos en grasas insaturadas.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) clasifica las grasas en saturadas, insaturadas y trans.

Grasas saturadas

Las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente. Están presentes en productos lácteos (leche, yogur, nata, y mantequilla), en carnes procesadas rojas y blancas (tocino, panceta y salchichas), y en algunos aceites vegetales (palma, palmiste y coco). 

Las dietas ricas en grasas saturadas están relacionadas con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda que la ingesta media de grasas saturadas sea inferior al 10% de la energía diaria total.

Ácidos grasos insaturados

Este tipo de grasas reciben el nombre de “grasas buenas o saludables”, ya que ayudan a disminuir los niveles de colesterol LDL, comúnmente conocido como “colesterol malo”. Aumentan el colesterol HDL, popularmente denominado “colesterol bueno”, protegen el corazón y las arterias y ayudan al correcto funcionamiento del sistema nervioso central. 

Grasas trans

La nutricionista Ana Belén Ropero, señala que este tipo de grasas están presentes en alimentos bajos en nutrientes, como alimentos congelados (pizzas o helados), productos fritos o empanados (croquetas o nuggets), aperitivos salados (patatas fritas) y bollería industrial.

Las grasas trans aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y de padecer diabetes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo promedio poblacional sea menor al 1% del aporte energético alimentario diario.

¿Qué tipo de grasas encontramos en el yogur?

La grasa de la leche contiene triglicéridos derivados de una amplia variedad de ácidos grasos saturados e insaturados. Los ácidos grasos en la leche más importantes son: oleico, palmítico, esteárico, mirístico láurico y butírico. 

Un estudio publicado en el European Journal of Nutrition  confirma que las grasas presentes en el yogur tienen un efecto saciante y disminuyen el riesgo de padecer obesidad.

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