El yogur es uno de los productos lácteos de mayor consumo del mercado y a lo largo de los años han ido surgiendo nuevas variedades y tipos. Analizamos uno o uno los principales tipos de yogures que podemos encontrar en el mercado, cómo son a nivel nutricional y en qué se diferencian unos de otros.
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Yogur natural
Se trata del tipo de yogur más auténtico de todas las variedades que podemos encontrar en el mercado. Habitualmente denominamos yogur natural al obtenido mediante el proceso de fermentación de la leche por dos bacterias también llamadas fermentos lácticos.
El yogur natural puede ser entero, desnatado y semidesnatado y en función de esa clasificación puede aportar mayor o menor cantidad de calorías. El yogur conocido como natural se obtiene por la fermentación de leche de vaca aunque también puede ser de oveja o de cabra. Cuando hablamos de yogur natural hablamos de un alimento probiótico que cuenta con unos 100 millones de bacterias que deben estar vivas y presentes en el momento de su compra y consumo. Si no cumple este requisito, entonces no podemos denominarlo yogur, diferenciándolo así de otros tipos o variedades.
Yogur de sabores
El yogur de sabores, también conocido como yogur aromatizado, es el yogur natural al que se han añadido aromas y otros ingredientes alimentarios con propiedades aromatizantes autorizados.
Estos yogures de sabores suelen imitar el sabor de determinadas frutas y logran este resultado con aromas y colorantes que se añaden durante el proceso de fabricación. El aroma se suele obtener del producto real a imitar o de otras fuentes con la misma composición química.
Aunque la normativa denomina al yogur de sabores como “yogur aromatizado”, exige poner en el etiquetado “sabor a…”, seguido del nombre de la fruta o producto que corresponda al agente aromático utilizado.
Lo que realmente marca la diferencia entre yogur de sabores y yogur natural es la cantidad de azúcares añadidos en los yogures de sabores. Esta es, según la OCU, de un 10% de media, lo que supone entre 8 y 14 gramos de azúcar por unidad. Mientras que la concentración de azúcar en un yogur natural es de un 4% de media y se trata de azúcar procedente de la lactosa y presente de forma natural en la leche.
Yogur con frutas
Podemos definir a este tipo de yogur como el yogur natural al que se le han añadido frutas para darle diferentes sabores. Suelen ser trozos enteros de fruta y en ocasiones se mezclan con otros alimentos como cereales. El número de calorías total que tenga el yogur dependerá del tipo de fruta y la cantidad que se le ha añadido.
Como la fruta es perecedera, en muchas ocasiones este tipo de yogures llevan conservantes para hacer que la fruta no se estropee. La cantidad de azúcar del yogur con frutas suele ser mucho más elevada que la del yogur natural.
Otra característica de este tipo de yogur con frutas (que suelen ser trozos de fresa, frambuesa, kiwi…) es que incorporan estas frutas al lácteo en forma de puré o incluso zumos, según afirma la OCU. Eso hace que la fruta apenas se aprecie y el valor nutricional descienda.
Yogur sin lactosa
Para hablar de este tipo de yogures es necesario tener claro qué es la lactosa. Se trata de un tipo de azúcar presente en la leche y otros productos lácteos. El cuerpo necesita una enzima llamada lactasa para digerir la lactosa. Si el intestino no produce suficiente cantidad de lactasa entonces se produce la intolerancia a la lactosa.
El yogur, a diferencia de la leche, sufre un proceso de fermentación bacteriana que produce la descomposición de la lactosa. Sin embargo, contienen un pequeño porcentaje de lactosa, aunque las personas intolerantes pueden digerirla más fácilmente que la leche.
Los yogures con la etiqueta “sin lactosa” son yogures a los que se añaden proteínas de la leche y carecen de lactosa.
Yogur griego
La principal diferencia entre el yogur griego y el yogur natural es que el primero posee más grasa. ¿Por qué? Porque se le añade nata o crema láctea.
El yogur griego se consigue mediante un proceso de presión que elimina el suero del yogur natural. Se cuela varias veces y se reduce el volumen total. Para conseguir un yogur griego se debe emplear mucha más leche que para uno normal. Este tipo de yogur tiene una textura suave y un sabor más ácido y mantiene las proteínas.
Además, el yogur griego es más rico en grasas, vitamina A, calcio y potasio que el yogur natural
Yogur desnatado
El yogur desnatado es el que se obtiene a partir de la leche desnatada. Según la legislación vigente “el contenido mínimo de materia grasa de los yogures, en su parte láctea será inferior a 0,5 por 100 m/m. en los yogures desnatados”.
Es un alimento bajo en calorías pero el yogur desnatado sigue teniendo alta cantidad de proteínas y todas las ventajas nutricionales propias del yogur natural.
Yogur con proteínas
Las proteínas son un elemento propio de los yogures que pueden estar presentes en este alimento en mayor o menor medida. Se calcula que un yogur natural tiene de media unos 5 gramos de proteína por cada porción de 100 gramos.
En los yogures con proteínas que podemos encontrar en el mercado la concentración es de hasta 9 gramos. Ello se debe a que el ingrediente principal es el queso fresco, que tiene bajo contenido en grasa y muchas proteínas. Este tipo de yogures pueden ser más saciantes pero también conviene vigilar la cantidad de azúcares que llevan.
Yogur con bífidus
Con la palabra bífidus es como se conoce a las bifidobacterias, un tipo de bacterias que pertenecen a la microbiota intestinal, que suelen residir en el colon y ayudan a la digestión.
Generalmente los bífidus están presentes en los lácteos y son las bacterias que se utilizan para que se produzca la fermentación en el caso de los yogures.
Por tanto, los productos fermentados de la leche ya contienen por sí mismos «bífidus activos», sin necesidad de que se les añada adicionalmente. La etiqueta de yogur con bífidus dice que en ese producto existe una mayor concentración de bifidobacterias. Se les añade una tercera cepa viva del género bifidobacterium en una proporción de hasta 12.500 millones en cada envase de yogur. Por tanto, el yogur con bífidus, ayudará de forma más efectiva a mantener el correcto funcionamiento de la flora intestinal.
Yogur bebible
El yogur bebible o yogur líquido se diferencia del natural fundamentalmente en la textura. Mientras que el yogur normal se manipula con cuidado para no romper la textura, en el caso del yogur bebible o líquido se debe agitar para romper el coágulo y que el resultado sea una textura bebible antes de llevar a cabo el proceso de envasado.
Se puede enfriar, pasteurizar o someter a un tratamiento térmico UHT y en función de cada uno de ellos la durabilidad será mayor o menor.
Yogur sin azúcar
Por lo general podemos calificar como yogur sin azúcar todo aquel yogur que lleve una concentración de 4 gr de azúcar por cada 100 de producto. Esta es la cantidad propia de azúcar que todo yogur natural tiene por su lactosa, es decir es un azúcar intrínseco del propio alimento.
Un yogur sin azúcar se puede considerar aquel que no lleva azucares añadidos, ni jarabes, ni siropes, ni sustancias como la dextrosa o la maltosa.
Yogur probiótico
El yogur ya es de por sí un alimento probiótico porque contiene microorganismos como son las bifidobacterias y los lactobacilos que protegen nuestra flora intestinal y son beneficiosos para el organismo.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) estableció un marco legal que especifica qué propiedades nutricionales se pueden publicitar de un alimento y cuáles no cuentan con suficiente aval científico como para incluirse en la etiqueta. Por ello, desapareció del mercado el término de yogur probiótico y pasó a denominarse yogur con bífidus o yogur con bifidobacterias.