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Elegir bien los quesos, la presentación y los acompañantes es la clave para montar una tabla de quesos perfecta, diversa y atractiva que conquiste a los invitados de cualquier evento o aperitivo. Aquí desgranamos algunos consejos imprescindibles para una tabla de quesos inolvidable.
Contenidos
Qué es una tabla de quesos. Consejos para antes de montarla
Una tabla de quesos es mucho más que reunir diferentes variedades de quesos y servirlos. Se trata de un proceso que requiere cuidado y mimo para crear una experiencia gastronómica única.
La tabla de quesos reúne en un mismo lugar diferentes texturas, sabores y formas que debemos saber combinar con acierto. Es importante también el acompañamiento de otros productos que puedan ir en la tabla y saber con qué tipo de queso maridan mejor. No podemos olvidar la presentación y la decoración para sorprender a los invitados.
Antes de montar nuestra tabla de quesos perfecta, debemos tener en cuenta la ocasión y la finalidad de la misma. Es diferente preparar un picoteo informal con amigos que un evento especial con muchos invitados. Es vital tener en cuenta aspectos como la temperatura ambiente del espacio donde pondremos la tabla de quesos ya que puede afectar a su aspecto y a su presentación o conservación.
A la hora de preparar una buena tabla de quesos es importante conocer previamente el resto del menú y la cantidad del mismo para que no sobre ni falte. En función de si el queso solo se sirve como aperitivo o como plato principal podemos calcular diferentes cantidades. En el primero de los casos unos 80 o 100 gramos si es una tabla de postres y hasta 200 gramos si el queso es el protagonista principal de la comida.
Cómo montar una tabla de quesos. Consejos esenciales
Cuando montamos una tabla de quesos debemos tener en cuenta una serie de consejos esenciales.
- Seleccionar bien los quesos. Parece básico que montar una tabla de quesos requiere una selección adecuada de los quesos en función de estilos, sabores o texturas. No puede faltar una representación de quesos blandos como el camembert o el brie, duros como el parmesano, el manchego, el pecorino, o el San Simón, o semiduros como el emmental, gruyere, gouda o el cheddar. Es importante también tener en cuenta el origen de cada queso, desde variedades locales a opciones más internacionales. El sabor diverso es clave en una buena tabla de quesos y aquí entran en juego características como la sal, la cremosidad o la grasa. Se pueden elegir variedades de vaca, cabra u oveja e incluso quesos veganos. Buscar contrastes de diferentes perfiles de sabor aportará diversidad a la tabla, desde intensos o suaves a dulces o más amargos. Es recomendable sacar los quesos de la nevera una hora antes de servirlos para que tengan la temperatura adecuada e incluir etiquetas con el nombre o procedencia de cada uno de los quesos de la tabla.
- Cortarlos correctamente. A la hora de elaborar una buena tabla de quesos el corte de cada uno de ellos es crucial. Si el queso es grande y de altura superior al diámetro lo ideal es cortarlo en cuñas y láminas triangulares como el queso manchego. Las rodajas son perfectas para los cilíndricos alargados como el queso de cabra o el provolone. El queso en forma de cono como el San Simón se corta en rodajas desde la base y en forma triangular al igual que los blandos de corteza enmohecida como el brie o cammembert. Los rectangulares suelen cortarse en lonchas finas como el cheddar y los azules como el roquefort, cabrales o gorgonzola en taquitos. Si el queso es especialmente duro como es el caso de grana padano o el gorgonzola optamos por el corte en lascas. Por último, los quesos de gran tamaño como gouda o emmental se deben cortar en lonchas finas o tacos pero con los agujeros característicos bien visibles.
- Cuidar la presentación. Una tabla de quesos se caracteriza por una buena presentación para que sea atractiva a la vista. Empezar por elegir bien la propia tabla es primordial ya que será el lienzo donde colocar los quesos. Podemos optar por una de madera pero también de otros materiales como mármol o pizarra. En la tabla lo propio es agrupar los quesos según su tipo y con espacio entre ellos para que puedan ser cogidos fácilmente. Juega con los tonos y colores y añade toques diferentes con hojas de parra, ramas de romero o incluso flores.
- Escoger adecuadamente los acompañamientos. En una tabla de quesos, los protagonistas son ellos pero los acompañantes que elijamos para la tabla también son clave para su éxito visual y gastronómico. Los frutos secos son imprescindibles en toda tabla de quesos. Nueces a almendras o anacardos combinan a la perfección. Determinadas frutas como higos, peras o manzanas aportan frescura a la tabla de quesos. Y qué decir de las uvas… “uvas y queso saben a beso”.
El pan es otro acompañante importante en una tabla de quesos. Se puede optar por picos, galletas saladas o panecillos crujientes y pequeños. Las mermeladas son compañeras ideales para los quesos. Pueden ser de sabores dulces como higos o un poco más amargas como la naranja. Un buen chorrito de miel siempre da un toque dulce perfecto para cualquier queso. Para innovar un poco más al acompañar la tabla de quesos podemos elegir chutneys, una especie de confitura en la que frutas o verduras se cuecen a fuego lento junto con vinagre, especias aromáticas y azúcar. Aportan un toque agridulce perfecto para una tabla de quesos que conquiste los paladares más exquisitos. El vino también es otro compañero imprescindible con la tabla de quesos. El blanco para maridar con los maduros, el tinto con los de sabor fuerte y el rosado para los suaves. Asimismo, la cerveza o la sidra pueden ser bebidas ideales para potenciar y elevar el sabor de los quesos.